El giro demográfico que redefine la economía mundial y sus implicaciones para el retail

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Hace unos días, Il Sole 24 Ore —el diario económico más importante de Italia— publicó un análisis sobre el cambio demográfico global que, a diferencia de otros estudios, pone de relieve una tendencia más actual y decisiva que merece ser compartida. Según una reciente investigación de Jesús Fernández-Villaverde, economista de la Universidad de Pensilvania, la transformación demográfica mundial está ocurriendo de manera mucho más rápida de lo previsto.

Su teoría señala que muchos países de renta media —aquellos en vías de desarrollo más inmediatas respecto a Europa y el ámbito del Commonwealth— presentan hoy tasas de fecundidad incluso más bajas que las de las economías avanzadas. Esto cuestiona un principio considerado estable durante décadas: que la natalidad disminuye únicamente en los países ricos.

Históricamente, la fecundidad siempre se redujo a medida que aumentaban la renta y la calidad de vida: menos hijos significaba mayores inversiones por niño.
Hoy, sin embargo, en diversas economías emergentes el descenso de los nacimientos es más acelerado de lo previsto.

Tailandia y Colombia, por ejemplo, han caído en 2024 por debajo del nivel de reemplazo demográfico, con tasas de fecundidad en torno a 1,3 hijos por mujer, similares —o inferiores— a las de las economías desarrolladas. Países como Japón (1,45) e Italia (1,2) dejan así de ser excepciones.

Para Fernández-Villaverde, uno de los principales expertos mundiales en macroeconomía y dinámica demográfica, se trata de un fenómeno sorprendente: en algunas naciones del Sur global la caída de la fecundidad está siendo más rápida que en el mundo desarrollado.

La ONU sostiene desde hace años lo contrario y, por ello, sus proyecciones muestran discrepancias significativas respecto al enfoque más analítico del economista. En Guatemala, por ejemplo, el nivel observado es un 30% inferior al estimado por Naciones Unidas. En México, el índice de fecundidad cayó en 2024 por primera vez por debajo del de Estados Unidos.

En Turquía, Irán y gran parte del sur de Asia también se observa un declive más acelerado de lo previsto por la ONU. China es un caso emblemático: su tasa de fecundidad lleva años por debajo del umbral de reemplazo —en torno a 1,2— y la situación parece estructural, no coyuntural.

Estos cambios están obligando a una revisión profunda de las previsiones demográficas. El pico de población mundial, que antes se estimaba para 2080, ahora se adelanta a 2054, alrededor de treinta años antes.

El análisis cita asimismo a Roberto Poli, coordinador de un observatorio universitario dedicado al estudio de futuros, quien recuerda que la dinámica demográfica debe leerse junto con las condiciones económicas y sociales de cada país. Las implicaciones abarcan el envejecimiento de la población, la presión sobre los sistemas sanitarios y de pensiones, y el equilibrio futuro entre generaciones jóvenes y mayores. Es un escenario de transición demográfica acelerada, con efectos profundos sobre las economías globales y la distribución de la población.

El impacto en el mass market retail mundial

¿Cómo pueden influir estos estudios en las decisiones estratégicas del retail global y del FMCG? Mucho más de lo que parece.

Una población que crece poco —o disminuye— genera un frenazo estructural en el consumo, con efectos directos sobre: gran consumo y food retail, servicios a la persona, sectores inmobiliarios y construcción, energía y transporte.

Las empresas deben prepararse para un mercado que deja de ser expansivo “por naturaleza” y que requiere nuevas reglas, donde la competencia se jugará en la eficiencia, la innovación y la capacidad de captar nichos emergentes de consumo.

La reducción de la población joven generará tensiones en el mercado laboral global: menor disponibilidad de mano de obra y, por tanto, mayores costes salariales. Esto hará imprescindible acelerar la inversión en automatización, IA y robótica. Para el retail y la logística —sectores intensivos en trabajo— este fenómeno será especialmente relevante.

Muchos mercados emergentes tradicionalmente considerados “jóvenes” están siguiendo la misma trayectoria demográfica que Occidente. Para las empresas exportadoras, esto implica revisar prioridades geográficas: África subsahariana, ciertas zonas del Sudeste Asiático y, en menor medida, Sudamérica serán de las pocas regiones con dinamismo demográfico positivo.

Las economías, históricamente, se han desarrollado a través de tres motores: población, productividad e innovación. Cuando el primero se debilita, la consecuencia directa —visible ya en Italia, especialmente en algunas regiones del sur— es la reducción del consumo.

Pero las implicaciones van mucho más allá del consumo: menor población activa significa menores ingresos fiscales, mayor presión sobre las pensiones y el gasto sanitario, y una tendencia a la reducción de inversiones. El resultado probable: un crecimiento global más lento e inestable. Para gobiernos y empresas que planifican a medio y largo plazo, la demografía se convierte así en prioridad estratégica.

Cómo deben reaccionar las empresas

En un escenario complejo —aunque todavía potencial— el primer paso será reducir la dependencia del trabajo humano: robótica en almacenes y puntos de venta, inteligencia artificial para previsiones, supply chain y pricing (ya adoptada por los grandes retailers mundiales), self-checkout e integración omnicanal.

También será necesario repensar las cadenas de suministro: deberán ser más cortas, resilientes, menos intensivas en energía, con mayor integración vertical y un crecimiento estructural de los modelos de private label de alto valor.

Las empresas tendrán que redibujar sus mapas estratégicos: África, con fuerte crecimiento demográfico, Países del Golfo, con alta capacidad de inversión, Sudeste Asiático, aún heterogéneo pero extremadamente dinámico, Sudamérica, en una fase de avance excepcional hacia estándares europeos, incluso más que hacia modelos estadounidenses.

En un mercado demográficamente estancado, aumentará la guerra por las cuotas de mercado y ganará quien logre diferenciación real, invierta en I+D, desarrolle productos premium o funcionales y comprenda los nuevos modelos familiares (hogares más pequeños, singles, mayores de 65 años).

El declive demográfico ya no es un fenómeno lejano ni exclusivo de los países ricos. Es una transformación global que adelanta treinta años las previsiones iniciales y que redefinirá las lógicas del desarrollo económico.

Para las empresas del gran consumo, del retail y de la industria, este escenario exige —y exigirá cada vez más— un cambio de paradigma: dejar de confiar en el crecimiento natural de los mercados y apostar por eficiencia, innovación, sostenibilidad y una lectura precisa de geografías y consumidores en rápida transformación.

Quienes sepan adaptarse ahora construirán su ventaja competitiva para las próximas décadas

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