El consumidor argentino vive de ofertas: la emoción del descuento reemplaza la marca

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Las cadenas mayoristas crecen y las marcas propias se estancan en un mercado donde la inflación, los precios y la identidad regional definen cada compra del consumidor argentino.

Este artículo fue elaborado por el equipo de Food Retail Italia, empresa embajadora de las ferias internacionales Cibus y TuttoFood Milano en América Latina.

El consumidor argentino vive atrapado en un ciclo emocional y no racional, donde la decisión de compra ya no responde a la fidelidad hacia las marcas sino a la urgencia de aprovechar la mejor promoción del momento. En un contexto económico marcado por la incertidumbre y la inflación crónica, la lealtad del shopper se ha diluido hasta convertirse en una simple reacción a los estímulos del precio.

No hay preferencia estructural, sino una búsqueda diaria de alivio frente al alza de los costos. Este fenómeno ha transformado profundamente el escenario del retail argentino, generando un ecosistema en el que la sensibilidad al precio domina cualquier otra variable de consumo.

Sin embargo, la realidad del país no se puede leer solo desde la macroeconomía: la estructura agroalimentaria argentina es, ante todo, un mosaico de regionalismos. Cada provincia y cada región mantienen una identidad alimentaria propia, una tradición de consumo que se refleja en las góndolas locales y que potencia las ofertas de los retailers con fuerte anclaje territorial, del mismo modo que sucede en Italia con las diferencias regionales entre el norte y el sur.

Este tejido cultural y productivo, profundamente fragmentado, ha sido históricamente incompatible con la filosofía del hard discount, cuyo modelo se basa en la estandarización y la repetición ordenada de surtidos y precios.

En Argentina, los intentos de replicar formatos como D1 en Colombia o Tiendas 3B en Mexico nunca lograron consolidarse porque el consumidor no busca la homogeneidad del modelo, sino la flexibilidad local, la cercanía emocional y la respuesta inmediata a las ofertas del territorio. Por eso el crecimiento no se da en el hard discount, sino en el autoservicio, donde el comprador puede acceder a precios de volumen, descuentos fuertes y promociones que alimentan su necesidad de oportunidad.

Empresas como Maxiconsumo, Vital, Diarco y Yaguar lideran este proceso con estrategias de digitalización acelerada, campañas nacionales como la “Black Week Mayorista” y descuentos de hasta el 40% que atraen tanto a familias como a pequeños comerciantes.

En paralelo, plataformas digitales como Mercado Libre consolidan un modelo híbrido de compra en volumen, con precios diferenciados y servicios adaptados a pymes y consumidores sensibles al costo. En el escenario actual, el canal mayorista se ha convertido en el verdadero refugio del poder adquisitivo argentino, mientras que el hard discount “puro” permanece como un formato marginal en el mapa del retail nacional.

A todo ello se suma un factor determinante: la imposibilidad de crecimiento sostenido de las marcas propias en un contexto inflacionario extremo. Cada vez que el precio de las materias primas se sacude, la marca propia no tiene margen de maniobra. Sin inversión en marketing ni elasticidad en la cadena de valor, los precios deben ajustarse de inmediato. Los márgenes del fabricante y del distribuidor quedan comprimidos, y cualquier movimiento en el costo de producción se traslada de forma casi instantánea al consumidor, minando la confianza y frenando la consolidación de las MDD.

En este contexto de presión inflacionaria, las cadenas de retail que logran destacarse son aquellas que aplican políticas de prudencia y previsibilidad. En 2025, Carrefour ha marcado la diferencia con su campaña “Precios Corajudos”, congelando más de 1.500 productos esenciales durante cuatro meses y ofreciendo una sensación de estabilidad en medio de la tormenta. La cadena ha rechazado listas de aumentos superiores al 10% y ha reforzado su comunicación institucional como garante del poder adquisitivo, mientras competidores como Coto y La Anónima adoptan posturas similares, aunque con menor visibilidad.

En definitiva, el consumidor argentino no es fiel a una marca ni a un formato: es fiel a su instinto de supervivencia económica. Busca precio, oportunidad y reacción inmediata. El retail, por su parte, se adapta con estrategias de contención, descuentos masivos y localismo operativo, intentando mantener el equilibrio entre una inflación persistente y una demanda emocionalmente volátil. En este escenario, el hard discount sigue siendo un invitado ausente, desplazado por un ecosistema donde la emoción del ahorro y la identidad regional pesan más que cualquier modelo global de eficiencia.

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